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  • Foto del escritorBIENESTAR INFANTIL

Jugar, jugar y jugar …

¿Qué es lo primero que te viene a la cabeza si te digo la palabra JUEGO?

Seguramente las imágenes evocadas por los/as lectores/as no sean una réplica idéntica, pero si es bastante posible que hayas asociado esta palabra con el rostro de la infancia: posiblemente se haya activado tu memoria auditiva y hayas escuchado a modo de imágenes risas, jaleo y alguna que otra canción y es que el juego conecta de manera irremediable con la alegría, la emoción, la risa, la sonrisa, la amistad…




Cada 28 de mayo se conmemora el día internacional del JUEGO con la intención de recordar al mundo que JUGAR es un Derecho para el niño y la niña , reconocido en el artículo 31 de La Convención de los Derechos del Niño, y que las personas adultas y la sociedad en general, tenemos la responsabilidad de garantizar las condiciones necesarias para su disfrute.


“Los niños y las niñas tienen derecho al descanso, el esparcimiento, el juego, las actividades recreativas y a la plena y libre participación en la vida cultural y de las artes”


Dicen algunos/as que el “juego es cosa de niños/as”, yo diría que es la GRAN COSA DEL NIÑO/A, es la principal herramienta de aprendizaje de la que disponen los niños y las niñas, es su particular manera de ensayar el mundo, de entrenarse en las relaciones, de ensayarse a sí mismos, explorar su identidad… pero, al mismo tiempo, es un potente recurso con el que contamos las personas adultas para vincular con el niño o la niña, y, para estimular su aprendizaje. Acaban de venir a mi memoria recuerdos de tardes de castigo donde las palabras: “a tu cuarto sin jugar” inicialmente cobraban una inmensa dimensión, pero acaso ¿no acabaste fantaseando con océanos bajo la cama plagados de grandes tiburones soñando que eras un pirata a la conquista del mundo alguna vez? ¿no imaginaste que escalabas montañas trepando la litera en busca del tesoro escondido? ¿no usaste un simple papel como herramienta para el invento de un nuevo juego? ¿no juntaste cajas de zapatos construyendo tu gran fuerte? y es que...


¿Puede un niño o una niña dejar de jugar?

Formular este interrogante sería el equivalente a preguntarnos si podemos dejar de sentir, respirar o de atender nuestras necesidades más básicas. La palabra JUEGO es un sustantivo que se asocia casi de manera automática con la infancia, y JUGAR; un verbo que responde a la naturaleza infantil, como la necesidad de comer, beber, respirar, pensar, sentir…, es inherente a la esencia humana, como volar es el sentido de la cometa.


Sin embargo, en el día a día los niños y las niñas ven limitado su disfrute y a pesar del reconocimiento de este derecho, desde el Comité de los Derechos del Niño se muestra preocupación; no se ha puesto la debida atención a este derecho, y además cuando se atiende suele ponerse más peso en actividades estructuradas y organizadas que en el juego libre, la recreación o la creatividad.


En la pasada edición del proyecto @conmivozmisderechos , trabajamos el JUEGO como derecho centro de interés y sondeamos con los niños y las niñas participantes la siguiente clave:



¿Qué te gustaría que pasara para un mayor disfrute del derecho al juego en tu centro escolar, en tu familia, en tu municipio y entre tus iguales?

Las respuestas a estos interrogantes han sido reflejados en una publicación titulada: "LAS VOCES DEL JUEGO" donde en líneas generales los niños y las niñas demandan, en la ESCUELA, más tiempo para el juego, puesto que consideran que Jugar es tan importante como las matemáticas u otras asignaturas; una mayor diversión en el aprendizaje; mayor libertad en las relaciones para jugar (“queremos poder jugar con los niños y las niñas de infantil”); compartir el uso de los espacios destinados para el juego, reivindican el juego libre; más música y baile en la vida escolar; una mayor disposición de materiales deportivos para el juego; y, una mayor presencia de los maestros y las maestras en su dinámicas de juego (que el profesorado juegue en el recreo con nosotros/as).


En relación a las FAMILIAS, existen propuestas que se hacen grandes y resuenan como ecos: queremos hacer más cosas en familia”, “queremos que nuestros padres y cuidadores jueguen más con nosotros/as”. En general, un alto porcentaje de los niños y las niñas con los que trabajamos, denuncian que sus familias trabajan mucho, y con altas exigencias en los trabajos. Manifiestan necesitar que las familias pasen más tiempo juntas correteando: “cuando juego con papá, descubro a papá, lo veo de una manera diferente, siento que puedo hablarle”,yo estoy todo el tiempo con mi madre, todo el día en casa, pero me encantaría que al menos estuviéramos en la misma planta. Mientras hago las tareas en mi habitación, mi madre hace tareas domésticas, mientras yo descanso y veo la televisión mi madre prepara la cena…” Melissa una niña participante de nuestro proyecto, de 12 años de edad, decía entristecida:

Creo que los mayores se olvidaron de ser felices, los niños debemos recordarles que esto es lo más importante. Los adultos deben volver a divertirse”



En relación a los MUNICIPIOS, los niños y las niñas parecen no encontrar su lugar en los pueblos y ciudades; “en la plaza la bici y el balón no entran, pero por la calle no puedo jugar porque pasan los coches, muchas veces termino en casa aburrido jugando con las pantallas”; “todos los parques nos quedan pequeños, me encantan los parques donde me pueda perder”.


En la sesiones de familia mantenidas dentro del marco de desarrollo de nuestro proyecto, las familias manifiestan su preocupación por el uso de los dispositivos electrónicos (video juegos, ordenadores, tablets….) “Los niños ya no saben jugar” dicen algunos/as, evocando seguidamente historias de infancia donde jugaban en la calle con los/as vecinos/as, al escondite, el balón, y otras tantas batallas…pero ¿Acaso a jugar se aprende? ¿Acaso el niño y la niña no preferiría jugar estas batallas? ¿Acaso no existe una responsabilidad social de esta nueva realidad lúdica, donde los niños y las niñas juegan como cometas de cortos hilos porque los fuertes vientos pueden fácilmente hacerlas caer?


Hemos sacado a los niños y las niñas de las ciudades, prohibido el juego en los espacios públicos, primando el bienestar de las personas adultas frente al de nuestra infancia, el tránsito de vehículos frente al de los ciudadanos y las ciudadanas, convertido el juego en una actividad de la programación semanal, en una actividad “para luego” en las familias.


Pero dentro de las crueldades de estos días de confinamiento, el juego se viste de esperanza, se ha convertido en un salvavidas: para las familias, la infancia y la ciudadanía. Se han llenado las redes de iniciativas para evocarlo haciéndonos recordar su gran valor, su fuerza para la unión,... parece haber vuelto al lugar que nunca debió perder, llenó el cielo, la mesa de la cocina y el salón, el suelo del pasillo y las alfombras, salió de los estantes olvidados adquiriendo nuevos soplos, consiguiendo vencer los obstáculos de la distancia….



OJALÁ NO TE OLVIDEMOS, OJALA VUELVAS A VOLAR CON LARGOS HILOS


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