30 de enero, día escolar de la Paz y la no violencia.
Comienza un tarareo de vuelta al colegio y la cadena de cuatro que formamos se une a la canción: “Eso que tú me das…”. Caminamos animados…
La mayor de casa pregunta: - ¿Te gusta mamá la canción que mi clase cantará el día de la paz y la no violencia? - Apenas me da tiempo a contestar que me encanta, cuando la segunda de mis hijas de pronto detiene la cadena: -¿Violencia? ¿Qué es la violencia?....
Me sorprendo retrasando la respuesta,
¿Cómo definir la violencia? ¿Cómo lo harías tú?...
Una sola palabra que de pronto me resulta complicado definir. De mi boca de pronto sale esta respuesta: -“pues creo que podemos decir que es todo aquello que hace daño”_ Entonces llega un “alud” de ejemplos en bocas pequeñitas: -¿es un insulto?; ¿es pegar?; ¿es que Juan me diga fea, mamá?, es no querer jugar con algún compi en el recreo, porque eso nos pone triste y nos hace daño; es la guerra; es quitar un juguete a Daniel; es que me riñas sin razón; es la injusticia… No me da tiempo a preguntarles que es para ellos la injusticia, porque el bombardeo sigue y sigue.
Me sorprende que dentro de sus respuestas dicen que también es violencia no ponerse la mascarilla, y comenzamos a hablar de los daños que causan en otros, el no respeto a las normas del Covid- 19.
Durante el trayecto, que se antoja más largo que nunca, me quedo pensando en lo complejo de este concepto, por su amplitud y porque inevitablemente en él intervienen aspectos que forman parte de las circunstancias temporales, contextuales y personales que nos atraviesan. Me doy cuenta que la violencia no está solo en el hacer, sino también en ocasiones en el dejar de hacer: es ignorar, es no apoyar, es omitir, es no auxiliar, es mirar hacia otro lado... También violentas son algunas creencias, son los duros prejuicios que me llevan a la intolerancia, es la insolidaridad,…
La violencia es un concepto con muchas dimensiones: personales y globales… Quizás a alguien le resuene otro significado; la violencia revolucionaria que durante tanto tiempo se justificó, la lucha armada o terrorismo, la “violencia implícita en el sistema capitalista” o la “violencia ejercida sobre los pueblos a los que se niega el derecho a la autodeterminación”
La violencia es también atentar contra el medio ambiente, es el no respeto a los Derechos Humanos, es la desigualdad en el reparto de recursos, son algunos posicionamientos que adoptamos en las relaciones. Al respecto de esto último, aterrizo con una mezcla de susto y nervios, que mis gestos más violentos tiene como principales destinatarios mis propios hijos, cuando sobre ellos desembocan mis nervios, mi falta de templanza, cuando emito determinados juicios, cuando establezco comparaciones, cuando los someto a mis prisas que no son las suyas.
Descubro que me tomo licencias en esta relación que no se me ocurriría tomar en otras relaciones que establezco. Entiendo entonces que los niños y las niñas son las principales víctimas de la violencia, porque en el fondo no hemos terminado de asumir e integrar que la infancia es Ciudadanía de Derecho.
Pero, ¿cómo “combatir la violencia”, especialmente la dirigida a los niños, niñas y adolescentes? Se me antoja que es necesario cuidar nuestros modelos y que la educación es la herramienta más eficaz: la educación en la tolerancia, en la solidaridad, en el respeto a los Derechos Humanos, en el diálogo, el entrenamiento de los niños y las niñas, y también en las personas adultas, en las capacidades y competencias necesarias para una participación social activa.
Precisamente con este fin, el día 30 de enero se celebra El día de la Paz y la No violencia. Fue declarado por primera vez el 30 de enero de 1964, como una iniciativa pionera, no gubernamental, independiente, y voluntaria de Educación No-violenta y pacificadora del profesor español Llorenç Vidal. Su objetivo es la educación en y para la tolerancia, la solidaridad, la concordia, el respeto a los Derechos Humanos, la no-violencia y la paz. Este día fue reconocido por el Ministerio de Educación y Ciencia, mediante la Orden Ministerial del 29 de noviembre de 1976. Esta celebración es, por tanto, una oportunidad más de contribuir a que las instituciones se conviertan en instrumentos de paz y entendimiento entre personas de distinta formación, raza, cultura y religión, impulsando el desarrollo en los niños y las niñas, las capacidades y competencias necesarias para una participación social activa.
No queremos con este blog poner el acento únicamente en la violencia, sino en todos aquellos gestos que la combaten, en todas aquellas contribuciones que los ciudadanos y ciudadanas podemos poner en marcha para disfrutar de una convivencia más armónica, más solidaria; una convivencia donde en las relaciones prime el respeto al buen trato.
Llenemos este blog de pequeños y realistas compromisos por tener el objetivo del día que conmemoramos más presente: quizá respirar profundamente; quizás parar para observar y conocer al otro/a; quizá ser más genuinos/as en las relaciones; quizá desarrollar un actitud curiosa para entender la postura del otro/a; entrenar y trabajar el arma más poderosa “la empatía".
Si nos has seguido en anteriores posts, habrás descubierto que nos apasiona la frase de Eduardo Galeano: “Gente pequeña, haciendo cosas pequeñas pueden cambiar el mundo”: ¿Te animas a formular un pequeño compromiso para contribuir a la paz y no violencia?
Queremos agradecer a los maestros y maestras y los niños y las niñas en el proyecto @conmivozmisderechos, por sus aportaciones para inspirar el cartel y video diseñado por el Equipo Insular de Promoción del Bienestar Infantil para promover la celebración de este día. Igualmente nos sumamos al reconocimiento a los esfuerzos a todas las personas que forman parte de la comunidad educativa por los esfuerzos en el mantenimiento de las medidas sanitarias para la prevención del Covid-19 , porque cuidarnos y cuidar son gestos que contribuyen a la paz y la no violencia.
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