Es posible que la lectura de este título te lleve a pensar que estamos realizando un planteamiento de fin de virus. Nada más lejos de nuestra creencia… creemos que posiblemente lo peor pasó, pero como el niño o la niña travieso/a, el virus se esconde esperando que pases despistado/a para volver a asustarte, aunque en esta ocasión a sabiendas de sus intenciones, quizá te pille más prevenido/a.
Quizá sea el panorama de un verano alternativo lo que me ha llevado a estas reflexiones, pero quiero poner la mirada en aquello que gané en estos meses frente a la pérdida de tantos planes atractivos. Es posible que estas reflexiones, y este enfoque optimista, se deban a que no he sufrido grandes pérdidas o porque ésta realidad, que ha azotado nuestra sociedad, no la he vivido en primera persona ni ha afectado a ninguno de aquellos/as que me rodean y con los/as que vivo.
Ruego me disculpen todos/as aquellos y aquellas a los/as que las duras consecuencias de esta situación poco o nada positivo haya dejado; y entiendan esta reflexión como una nueva ingenuidad de quien se promulga patológicamente optimista.
Es posible que este verano no disfrutemos del apasionante viaje en caravana, o del crucero esperado, quizá no me tire al sol en paisajes exóticos, o disfrute de las concurridas calles en las que viven interesantes culturas. Pero es posible que el destino me depare pequeñas aventuras o que viaje sin viajar, porque siempre tenemos paisajes, parajes o experiencias que disfrutar y descubrir en los entornos más próximos.
Me propongo afrontar el verano con mirada de niño o de niña, como aquel o aquella que se enfrenta al mundo por primera vez, donde todo parece nuevo…esa mirada que te lleva a levantar la cabeza y explorar detalles hasta ahora desapercibidos.
Haciendo balance, hay cosas que gané… Pese al estrés de la situación vivida, coloqué la prisa en su lugar.
Pude abrir las sábanas para que la cama se llenara de risas compartidas con las personitas a las que habitualmente empujo al desayuno, rápidamente repaso el pelo y coloco la mochila para salir corriendo rumbo al cole y al trabajo; invadiéndome luego la culpa por la falta de palabras y el abrazo apresurado. Saboreé el café de la mañana mientras revisaba el correo, disfruté de los pijamas hasta la media mañana, desempolvamos el parchís y la oca y tantos otros juegos de mesa.
Observé como con el covid-19 regresaron los vecinos y las vecinas, regresaron a las ventanas, a las terrazas y con ellos y ellas, los ruidos de los niños y de las niñas que ahora juegan en los patios. Regresó el interés por el bienestar del otro/a, del/a que habita junto a mi ventana. Regresaron las ganas del encuentro con la familia y con la otra familia que es la que uno/a elige. Valoré el poder del abrazo y del encuentro. Socialmente nos preocupamos conscientemente por nuestros/as mayores y emprendimos iniciativas para priorizar el bienestar de las personas en riesgo de vulnerabilidad.
Fui testigo de cómo escuela y familia realizaron intentos por ir de la mano por el bienestar de los niños y las niñas, como nos unimos para honrar a los y las profesionales que soportaron la más dura carga de esta crisis. Generosamente compartimos talentos y pasiones en las pantallas, saltamos las barreras para el encuentro explorando alternativas y desarrollando nuevas competencias.
Entendimos lo importante de la presencia en las despedidas, decir adiós en compañía; el apoyo y ayuda en la enfermedad o la soledad. Recordamos que las personas se necesitan, lo que nos llevo a volcar nuestra atención en “lo importante, lo primero” y regresamos por unos días a nuestra más verdadera naturaleza humana, haciendo un paréntesis en este automatismo al que nos llevan nuestras rutinas, nuestras prisas…
Todo esto no hace más que recordarnos que somos tribu, y que en estos tiempos que vivimos forzosamente con distancia, la tribu regresó.
Sintamos el calor no sólo del sol, sino de los nuestros/as y vivamos el sol como la esperanza de que un nuevo septiembre llegará, y llegará renovado, y lo afrontaremos con la energía de quien afronta con ilusión nuevos retos, con las pilas cargadas por el merecido descanso. Disfrutemos tranquilos porque en este tiempo aprendimos y recabamos la experiencia para afrontar lo que nos venga de una manera más competente, y LO HAREMOS AHORA JUNTOS, JUNTOS AL CALOR DE TRIBU.
En estos meses nuestro trabajo cambió y dejamos atrás la intervención con los niños y niñas, los ruidos del aula y el bullicio del trabajo en la multitud, como otros muchos equipos de trabajos y servicios, nos reinventamos para tratar de ser útiles en la misión de promover el Bienestar Infantil en esta situación tan adversa: nos coordinamos en pantallas, pusimos esfuerzos en que días de conmemoración vinculados a los Derechos de la Infancia tuvieran presencia y visibilidad (Día Internacional por la lucha contra el maltrato infantil, Día del Juego, Día del familia), elaboramos materiales para tratar de prestar lo aprendido a otros, para trascender nuestra labor en otras manos y voces amorosas con la infancia, compartimos ideas y reflexiones proponiéndote a su vez nuevas reflexiones y cuestionamientos.
No sabemos si nos has leído, si nos has seguido, si has buceado en los materiales que ponemos a disposición en la red, pero si lo has hecho o si lo piensas hacer, solo queremos que sepas que nuestra mayor motivación es la sonrisa en la cara del niño y la niña y nuestra misión: Promover desde esta humilde propuesta el Bienestar Infantil desde los entornos más próximos de desarrollo de la infancia.
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