top of page

Día Internacional de los Derechos de la Infancia y Adolescencia

  • Foto del escritor: BIENESTAR INFANTIL
    BIENESTAR INFANTIL
  • hace 4 días
  • 3 Min. de lectura

 

Hoy, 20 de noviembre, celebramos el Día Internacional de la Infancia, fecha que conmemora un hito histórico: la aprobación, en 1959, de la Declaración de los Derechos del Niño/a por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Aunque supuso un avance fundamental, esta declaración no tenía carácter vinculante, por lo que no garantizaba plenamente la protección de la infancia.


Treinta años después se dio un paso decisivo con la aprobación de la Convención sobre los Derechos del Niño/a, el 20 de noviembre de 1989. Este tratado, de cumplimiento obligatorio para los Estados que lo ratifican, se convirtió en la herramienta internacional más importante para la defensa y promoción de los derechos de la infancia, impulsando la creación de marcos legales y políticas públicas orientadas a su bienestar integral.


Con motivo de esta conmemoración, hoy, 20 de noviembre, desde la Unidad Orgánica de Infancia y Familia del IASS y el Área de Acción Social, Inclusión, Voluntariado y Participación Ciudadana del Cabildo de Tenerife, se celebrará la V ASAMBLEA del Foro Social Insular de Infancia y Adolescencia, con la intención de articular e impulsar espacios de reflexión sobre los derechos y el bienestar de niños, niñas y adolescentes a nivel insular.


A lo largo de la historia, distintas culturas desarrollaron sus propios espacios de encuentro ciudadano que, por lo general, eran lugares abiertos como patios o plazas, en su mayoría espacios públicos de carácter social. Aunque cada uno respondía a su contexto cultural, todos compartían la misma esencia: ser escenarios de convivencia, diálogo y vida comunitaria.


Si nos remitimos a la etimología de la palabra “foro”, forum, procedente del latín y asociada a foris o foras, cuyo significado remite a lo que está “fuera” o “en el exterior”, encontramos que hacía referencia a un espacio abierto. En el contexto romano, el foro designaba la gran plaza pública, corazón de la vida ciudadana, donde se trataban y concentraban las actividades políticas, judiciales y comerciales.


Así como el foro romano representaba un espacio físico imprescindible para la construcción de ciudadanía, hoy la ciudadanía sigue dependiendo de los espacios —físicos o simbólicos— en los que las personas interactúan, se reconocen y negocian significados comunes. Sin embargo, las transformaciones sociales actuales han reducido los espacios de convivencia directa, especialmente para la infancia. La pérdida de “foros cotidianos” —la calle, la plaza, el barrio, el grupo ampliado de familiares— dificulta la formación de ciudadanía activa, crítica y relacional, pues limita las experiencias donde se construyen valores compartidos, identidades colectivas y vínculos comunitarios.


Del mismo modo, a la hora de pensar la participación infantil surge la necesidad de recrear foros, es decir, espacios abiertos de encuentro que permitan relaciones humanas significativas, esenciales para el desarrollo democrático y comunitario.


«¿Dónde y cómo se construyen las relaciones humanas en estos contextos?», se pregunta Sylvia C. van Dijk Kocherthaler en su artículo «Participación infantil. Una revisión desde la ciudadanía.» Y da una respuesta que puede hacernos reflexionar, y es que la participación infantil necesita el compromiso de toda la población, incluidos los propios niños, niñas y adolescentes. Se necesita abrir espacios de participación en sus hogares, en las escuelas, en sus comunidades y en los espacios públicos donde se tomen decisiones. Es este el reto y el camino por recorrer. También es necesario ampliar estos entornos de diálogo porque no solo fortalecen la autonomía y la voz de la infancia, sino que también contribuyen a reconstruir los lazos comunitarios que permiten a los niños, niñas y adolescentes crecer acompañados/as, escuchados/as y reconocidos/as.


Por ende, la celebración de esta V Asamblea del Foro Social Insular de Infancia y Adolescencia implica apostar por una cultura de derechos donde la escucha activa, la corresponsabilidad y el respeto mutuo sean prácticas cotidianas, capaces de transformar la vida comunitaria y garantizar una participación real y significativa.

 
 
 

Comentarios


bottom of page