Cada 30 de enero, el mundo conmemora el Día escolar de la No Violencia y la Paz, una fecha que nos invita a reflexionar sobre la importancia de crear entornos educativos seguros y libres de violencia, donde promover la paz como derecho fundamental.
Esta iniciativa, que encuentra su origen en la filosofía de Mahatma Gandhi, nos recuerda la necesidad de cultivar valores fundamentales que promuevan la resolución pacífica de conflictos y la tolerancia en las aulas, para así contribuir al desarrollo integral de los niños, niñas y adolescentes.
Sin embargo, este año, los grandes conflictos bélicos que el mundo está sufriendo, instan a una reflexión más urgente sobre la necesidad de aplicar principios pacíficos, para poder abordar los conflictos desde una perspectiva más amplia, más tolerante, empática, creativa y sobre todo no violenta.
Los derechos de la infancia, consagrados en la Convención sobre los Derechos del Niño, establecen el derecho de cada niño y niña a vivir sin violencia y a acceder a una educación de calidad. Sin embargo, en demasiadas ocasiones, los niños, niñas y adolescentes se ven afectados por la violencia, siendo testigos de estos conflictos bélicos que amenazan su seguridad y bienestar.
Este 30 de enero, nos unimos a la marea de mensajes por la Paz y la No violencia.
La educación para la paz se presenta como un faro de esperanza en medio de estos desafíos. La paz no es simplemente la ausencia de conflictos armados, sino también la presencia de justicia social, respeto a los derechos humanos y la promoción de la equidad. Integrar la educación para la paz en el sistema educativo es esencial para cultivar generaciones que abracen valores de tolerancia, empatía y resolución de conflictos.
En este contexto, es fundamental cuestionar y transformar los imaginarios colectivos sobre la paz. No se trata solo de que no existan guerras, sino de construir sociedades donde la diversidad sea celebrada, donde la justicia social sea la norma y donde los derechos de la infancia sean prioritarios. Los imaginarios de paz deben ir más allá y convertirse en acciones concretas que promuevan un cambio positivo en nuestras comunidades y en el mundo.
Hoy, en el día escolar de la No violencia y la Paz, es imperativo recordar que la construcción de un mundo pacífico comienza en las aulas y en la manera en que educamos a las generaciones futuras. Proporcionar a los niños, niñas y adolescentes herramientas para comprender, cuestionar y abordar los conflictos desde una perspectiva holística es esencial. La educación basada en la empatía, la resolución de problemas y la promoción de valores de paz contribuye a la formación de ciudadanos y ciudadanas comprometidos y comprometidas con la construcción de un mundo más justo y pacífico.
Unámonos en nuestro compromiso con los derechos de la infancia y reconozcamos la importancia de la educación para la paz en la construcción de un futuro más armonioso. Seamos agentes de cambio, cultivando en los corazones y mentes de los y las más jóvenes la semilla de una paz duradera, arraigada en el respeto mutuo y en la comprensión profunda de que todos compartimos un mismo hogar.
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