Hoy Daniel ha vuelto a levantarse preguntando por su amigo Luis. Tiene 3 años y una breve historia en el colegio. Al fin parecía empezar a adaptarse y a crear lazos cuando surgieron las inesperadas consecuencias derivadas de la crisis sanitaria y, entonces, el proceso se paró, sin previo aviso.
Lleva unos días raro: está enfadado, triste, demasiado apegado a papá y mamá, ha vuelto a no querer ir solo al baño. Me ronda la idea de que vea a su amigo, quizá esto le haga sentirse mejor…, pero al momento se activan nuevos dilemas: no conozco a su mamá ni su papá, apenas nos ha dado tiempo para socializar con sus compañeros del colegio. Quizá en el chat del cole pueda conseguir su contacto, pero en el caso de que compartan esta iniciativa de encuentro; ¿dónde podríamos ir?, ¿cómo podría plantearlo?, ¿cómo organizar el encuentro?…
¡Qué situación tan paradójica! Dilemas impensables, imprevisibles nuevas consideraciones...
Los niños y las niñas, los más necesitados de la socialización para su adecuado desarrollo, han estado durante meses privados de esta posibilidad, limitados al contacto con sus cuidadores/as, hermanos/as y al posible (o imposible en algunos casos) encuentro telemático con compañeros/as, docentes y familiares. Con días marcados por los esfuerzos para adaptarse a una nueva manera de entender y afrontar la educación, y donde la salida de la rutina ha estado limitada a asomarse al balcón o bañarse de un rayito de sol en las terrazas en los casos de los y las afortunados/as.
Los niños y las niñas NO han dispuesto de alivio a su confinamiento, porque a la farmacia va papá, al súper mamá, al perro lo pasean los adultos/as, al kiosko va…Seguramente, junto con las víctimas de esta enfermedad que nos relego a casa, los niños y las niñas han pasado el más duro y estricto confinamiento. Todo esto, claro está, ha obedecido a cuestiones de peso donde primaba asegurar la salud y la prevención de la enfermedad, donde la conservación de la vida de los nuestros y los ajenos próximos, cobraba especial interés.
Pero dentro de toda esta locura, los niños y las niñas, ¿qué posibilidades de encuentro o de alivio real están teniendo? Las escuelas cerradas; los parques, mejor dicho, la parte atractiva para la infancia de los parques, acordonada; las actividades temporalmente suspendidas;… y todo esto, con un pronóstico muy ambiguo que limita las posibilidades de gestión de los cuidadores:
¿Qué sucederá de cara al verano?, ¿dispondrán de campamentos?, ¿cómo y cuándo será la vuelta al cole? …
Todas ellas, preguntas que se abren a nuevas preguntas y ante las que no existen respuestas certeras.
Además, como consecuencias del nuevo funcionamiento social, muchas familias se están enfrentando con limitaciones para garantizar la adecuada cobertura de las necesidades básicas de los niños y niñas. En la actualidad nos enfrentamos a nuevas dificultades para la conciliación de la vida familiar y laboral, porque si bien la escuela no es un recurso para la conciliación de la vida familiar, su cese en la presencialidad, ha puesto en evidencia la carencia de recursos que operan para tal fin y las insuficientes medidas para garantizar la adecuada atención de la infancia. A todo esto se suma que las medidas para la desescalada siguen dejándonos con serias limitaciones para garantizar las necesidades de contacto social de los niños y niñas y sus alternativas para el ocio y disfrute.
Desde el Equipo Insular de Promoción del Bienestar Infantil, se valora que nuevamente parece que la infancia ha quedado relegada a un segundo lugar, a una sub-escala dentro de lo que denominamos “cuidadanía”, ¿qué es lo que está primando en las medidas de desescalada?, ¿por qué en estos momentos la mayoría de las ambigüedades responden a los asuntos que afectan directamente a la infancia?
Quizá esta realidad está contribuyendo a dar visibilidad a asignaturas pendientes en el cumplimiento de la Convención de los Derechos de los Niños, cuya principal aportación es la CIUDADANÍA del niño/a. La sociedad parece no terminar de asimilar ni creer que los niños y las niñas son sujetos de derechos, que frente a ser seres vulnerables objetos de protección son también seres sujetos de conocimientos, de competencias, de capacidad, de DERECHOS. Parece no primar el interés superior del menor en algunas de las medidas que se adoptan o bien este parece sucumbir frente a otros intereses; los de las personas adultas, los del buen funcionamiento económico, etc.
Ojalá la infancia suba peldaños para estar en el lugar que siempre debió estar, ojalá el bienestar infantil pasara a ser la diana que rige la adopción de medidas, ojalá se sumen debates para buscar alternativas para limitar, mermar o intervenir en las consecuencias de esta situación en los niños y niñas, ojalá surjan nuevas medidas que permitan a las familias disponer de alternativas para la adecuada atención a los hijos e hijas, ojalá nos llenemos de alternativas que miren y visibilicen a nuestra infancia,...
OJALÁ y ojalá todo esto suceda porque si algo debe definir el funcionamiento de una sociedad es el trato que procura a su futuro, que no es otro que el que concede en el presente a su infancia.
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Pienso que en estos tiempos l@s niñ@s han sido unas víctimas más de las circunstancias, que a tod@s nos han llevado por delante y nos han colocado en situaciones complicadas de gestionar. No quiero situarme en el discurso crítico de reiterar que son ciudadanos de segunda, olvidados, no se les tiene en cuenta, no se presta atención a sus derechos y necesidades......creo que es un discurso que contiene ciertas verdades y que tal vez sea necesario difundir. Así y todo quiero situarme en la potencialidad de l@s niñ@s para hacer frente a lo que hemos pasado como sociedad, y todavía seguimos pasando, haciendo referencia a la imaginación, la alegría, la creatividad, la pasión, la inocencia, la franqueza, la honestidad emocional,…